Aviso!!

Las entradas o "capitulos" de este blog están ordenadas del revés. Como se trata de una especie de historieta tendreis que empezar desde abajo y seguir hacia arriba.

lunes, 25 de junio de 2007

11. ROBERTO. La tentación vive en el cuarto de enfrente

Me convertí en un asiduo a la casa de Gema. Pasaba allí casi más tiempo que ella, como de forma casual pero claramente intencionada. Y es que era en los momentos en los que no estaba, cuando yo organizaba mis encuentros preparados con Rebeca. Me sabía sus horarios a la perfección, era experto en sus rutinas diarias y aparecía en el lugar más inesperado para cruzar unas palabras o quizá, tan sólo, observarla en silencio.

Recuerdo aquel sábado en el que Gema me dijo a última hora que le habían cambiado el turno y que tenía que trabajar todo el día. Salió pitando y yo me hice el remolón en la cama, como incapaz de ponerme en pie aún. Ella se marchó y yo me quedé durmiendo como una hora más. Me desperté, me preparé algo para desayunar y me senté en el comedor leyendo una revista que había sobre la mesa. De repente, un alegre “buenos días” me sacó de mi atontamiento matinal. Allí estaba Rebeca, pasando por delante de mis narices con uno de esos mini pantaloncitos que dejan ver demasiado y una camiseta corta que dejaba sus hombros al descubierto y dejaba totalmente claro que… ¡¡no llevaba nada debajo!! Yo traté de hacerme el distraído y fingí no levantar los ojos de la revista cuando le contesté con un lánguido: Hola. Entró al baño. Después, a la cocina. Eso sí, haciendo el camino más largo para pasar por delante de mi una y otra vez, moviéndose como sólo ella sabía. Tras unos cuantos paseítos, se sentó a mi lado. “Últimamente, pasas mucho tiempo por aquí ¿no?” “Ehhhh, bueno…”. Debía pensarse que era más gilipollas que los cachitas que frecuentaba, pero es que era ponerse a mi lado, y debía bloquear todos los pensamientos que ella me incitaba para que no salieran disparados por mi boca. Al fin y al cabo, era el rollo-pareja de su compañera de piso y cualquier frase fuera de lugar podía cerrarme las puertas de esa casa para siempre. “Pues ya que estás aquí… ¿quieres hacerme un favor?” Uno, no ¡¡muchos favores te haría yo!!, dijo mi mente o algo que hay bastante más abajo, pero “¿Qué quieres?” Dijo mi boca. “¡Uff! Es que me he levantado con un dolor de cuello terrible ¿podrías hacerme un masaje?” Traté de permanecer sereno “Es que no se dar masajes…” “Seguro que sí tonto, Gema me ha dicho que tienes muy buenas manos” Me dijo guiñándome el ojo mientras se giraba para enseñarme la espalda. No me fiaba de mi mismo, porque las manos siempre van al pan, así que apenas le masajeaba con las puntas de los dedos, sin ni si quiera atreverme a mirarle. “¡¡Pero así casi no lo noto!!” “Ya te he dicho que…” “Mejor así” Y de repente, sin volverse… ¡¡se quitó la camiseta!! Y si, lo constato, no llevaba nada debajo, a pesar de que ella se tapaba con los brazos. En ese momento, debí quedarme pálido, porque toda la sangre de mi cuerpo se centró en un único punto. “Ya puedes continuar” Yo no reaccioné. “Vamos, no tengo nada que no me hayas visto antes”. Dijo, refiriéndose al “momento ducha” que una semana antes habíamos vivido y del que aún no me había recuperado (eso sí, me había dado una buena motivación para mis noches con Gema). Así que aproveché el momento y empecé a tocar su hermosa espalda. Cuando los nervios iniciales habían pasado y empezaba a deleitarme con el roce, se levantó de golpe y se marchó diciendo con su sonrisa terriblemente provocadora: “Muchas gracias, Roberto, eres un sol”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno, si señor! sería una peli genial si la llevaran al cine, a ver si hay suerte! ; ) me reí mucho, mil gracias! : D